5 – EL SOL VUELVE A BRILLAR SOBRE EL HORIZONTE

Roberto Sereno se encontraba arrodillado sobre el escenario de ejecución esperando la condena, no quería derramar una lágrima más por eso intentaba apartar cualquier pensamiento que intentará aparecer en su cabeza, el ejecutor leía los cargos y la multitud escuchaba en silencio, el cuerpo de Roberto inmóvil parecía ya no tener vida. Cuando el ejecutor termino de leer la acusación, tomo las espátulas de extracción, respiró profundo y se acerco a Roberto, se podía intuir que en cualquier momento la noche comenzaría a ganar al día, un silencio atroz se había apoderado del lugar y justo en el instante en que Roberto sintió el frio metal de las espátulas acariciar su rostro, el sol decidió mostrar su resplandor una vez más. Ésta fue la última imagen que lograron captar sus ojos antes de rodar por las tablas del escenario.

Mientras se dirigían de regreso al castillo, el Señor Feliz no podía dejar de mirar a María Viva, la expresión de tristeza que reflejaba el rostro de la joven resaltaba aún más su belleza. Cuando al fin llegaron y mientras el resto de la servidumbre se dedicaba a asignar una habitación y vestimentas dignas a María, el Señor Feliz se acerco a ésta y le susurro al oído lo mucho que la deseaba y que cuando el castillo duerma ella tendría el honor de servir como nadie a su majestad. La hora prometida había llegado, el Señor Feliz se dirigía ansiosamente al cuarto de María al tiempo que el perturbador recuerdo de aquel joven bastardo que esa misma tarde había osado pronunciar injurias en su nombre invadía su cabeza solamente lo pudo olvidar cuando logro entrar al cuarto de María y la vio, más hermosa que nunca, parada junto a la cama.

María habría estado de acuerdo en aceptar las consecuencias por haber incumplido un decreto real promulgado por aquel repugnante soberano, de hecho hubiera preferido perder sus ojos a tener que soportar la mirada lasciva del Señor Feliz, ni hablar de aquello que aún le esperada. Se termino de bañar y se vistió casi sin pensar en lo que hacía, el sufrimiento que estaría viviendo Roberto a estas horas era la único que ocupada su mente. Cuando sus sentidos volvieron a percibir la realidad, el soberano ya estaba entrando a su cuarto, el horrendo ser que se estaba abalanzando sobre ella se parecía más a una bestia que a un humano, intentó resistirse pero él era mucho más fuerte, ya se estaba entregando al horrible destino cuando logró palpar una navaja entre los pantalones del agresor, casi sin pensarlo la tomó con todas sus fuerzas y ante la mirada atónita del monarca se la clavó en su ojo derecho, el de ella, intentó hacer lo mismo con su ojo izquierdo pero el dolor le hizo perder la razón.

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